Este cortometraje ofrece una breve descripción de cómo Ecuador se convirtió en 2008 en el primer país del mundo en consagrar un conjunto de Derechos de la Naturaleza codificados que encarnan los principios del «sumak kawsay» o buen vivir.

Las sociedades humanas mantienen relaciones complejas y múltiples con los seres y elementos del planeta. El objetivo es encontrar soluciones viables para la existencia, sin esencialismos ideológicos. En el siglo XVIII, la vuelta a los modos de vida nómadas o seminómadas de muchas poblaciones amazónicas, cuando la vida sedentaria era la norma, fue una de las soluciones encontradas para escapar de los esclavistas europeos.

Ya sea en forma de animismo (diálogos con los espíritus, con los seres del mundo), de totemismo (representaciones simbólicas), de analogismo (comparación) o de naturalismo (observación distanciada), las construcciones culturales innovadoras son legión para mantener la posibilidad de vivir.

Esta última concepción de la relación con el mundo es, en definitiva, parte de una temporalidad muy corta; es una excepción en la historia humana. Si este enfoque se inspira en las consideraciones científicas de la época, con todos sus beneficios, es el primero que crea una distancia tan grande con los seres naturales.

A través de este vídeo, le invitamos a reflexionar sobre esta excepción modernista, a considerarla no como una fatalidad, sino como un paréntesis.

A través del conocimiento y la observación de la complejidad, tanto en su organización como en su multiplicidad, este proyecto nos invita a repensar nuestra relación con el mundo, a abrir nuestros horizontes de pensamiento y perspectivas de reacción.

Es una propuesta para reinventar, renovar y redescubrir los enfoques de la alteridad, tanto humana como no humana. Es una propuesta para cuestionar lo necesario y lo superfluo en nuestras formas de vivir.